lunes, 16 de enero de 2012

Vamos de ruta (y 4)

 280 Muy bien Gon, ya nos hemos saludado todos ¿termina lo de la ruta?, si, pero déjame que les mande un beso a Miuris, Trini y Verónica -vs Ananda-, vale, de acuerdo, y ahora a trabajar

.../...Viene de Vamos de ruta (3)

VAMOS DE RUTA (y4)
Y se sentaron. Abajo en la ribera los chopos alargaban sus finos dedos queriendo tocar las nubes, pero éstas permanecían ocultas por una delgada capa de niebla, a modo de tull de bailarina. Se oía el cencerro de unas ovejas que mordisqueaban el pasto, y de vez en cuando el repiqueteo lejano de un pájaro carpintero, poniendo a prueba la resistencia de un poste de telégrafos que dejó hace tiempo de prestar servicio. Alejandro le daba un respiro a sus auriculares y hacia uso de sus mandíbulas lanzando fuertes mordiscos a la textura de un filete empanado, que le estuvo preparando su madre la noche anterior. El resto callaba, concentraban sus fuerzas en degustar sus viandas y chucherías regadas por una bota de vino, que Elías había tenido el detalle de hacerla compañera de viaje.
—E: Una cosa, ¿os habéis dado cuenta de que cuando somos jóvenes no nos planteamos nada de lo que veníamos hablando?
—A: ¡Ah, pero vais a seguir!
—P: Hombre Alejandro, danos tu opinión, tampoco  te va a pasar nada por eso.
—A: ¡Ni hablar! Permitidme que me ponga los auriculares, y podéis seguir con vuestra comedura de coco.
—EC: Está bien, seguiremos el camino, aunque yo cada vez me siento menos fuerza, no sé yo si llegaré o es preferible que me quede y me recojáis a la vuelta.
—E: Venga que ya queda poco. Ahora nos tomamos un cafetito cuando lleguemos a Castañares y ya verás tú como te recuperas.
—P: ¿Qué preguntabas Elías?
—E: La edad, decía que se nota que ya no pensamos como en nuestra juventud, que estas cosas puede que te marquen según tus propias vivencias, pero no se le echa cuenta, no se profundiza.
—P: Ni a esto ni a casi nada. Las preferencias de los veinte años están por encima del bien y del mal, y desde luego discurren por otros senderos muy distintos al que llevamos nosotros ahora.
—EC: Seguro, pero ese es otro tema. Vamos a no perdernos. Lo que quiero decir es que llega un momento en nuestra vida, en que comenzamos a pensar cada más en que algún día nos va a tocar a nosotros, y se nos crean una serie de dudas que en otras épocas anteriores ni siquiera te habías planteado.
—P: Porque las necesidades son otras. Tenemos establecidas un orden de prioridades en nuestra existencia, dependiendo del momento, y eso nos hace olvidar la más trascendental de todas, aunque bien es cierto que hay quien ni siquiera llega a planteárselo nunca, porque tiene otras más básicas que cubrir y estar en este mundo o en el otro es algo que no le importa demasiado.
—EC: Te refieres a los valientes.
—P: Me refiero a los indigentes o a las personas desamparadas, para los que la vida significa tan poco, que vivir o morir les resulta indiferente.
—E: No iba por ahí el debate que yo escuchaba, claro está; se trata de situar la circunstancia de la mente ante los ojos de personas que llegan a una determinada edad en condiciones normales, y están en perfectas condiciones mentales para poder pensar en ella.
—EC: Hombre no cabe duda que podemos considerarnos afortunados porque a pesar de que nos toque reflexionar y pensar sobre asuntos de esta índole, que nos pone los pelos de punta, siempre será mejor que morirse en cualquier rincón hambriento o simplemente de frío. Nuestra vida se alarga y en cierta medida si sabemos situar cada cosa en su sitio, es bonito vivirla.
—P: Para nosotros que nos van bien las cosas, pero cuanta y cuanta gente están deseando irse para el otro barrio.
—E: Claro, pero será ese tipo de gente que ni siquiera se ha planteado nunca que es la muerte. Pueden haberla conocido por familiares o amigos y estarán tan hartos de pasarlo mal por una u otra causa, que no les importaría dejar de existir.
—P: ¿Entramos en capítulo de suicidio o en el instinto de supervivencia?
—EC: Ahí puede que esté el término medio. Lo mismo que hay gente capaz de suicidarse –cosa que no es nada fácil a mi entender -, también hay quienes se agarran a lo que sea con tal de conservar la vida, a pesar de que lo estén pasando mal y sepan que el proceso es irreversible.
—P: Porque lo malo de todo esto es cuando te das cuenta que los días no son más que una sucesión de horas, que te van llevando a ese último instante, y que lo único que hacen es estremecer nuestro tiempo, como si estuviésemos en una sala de espera de un especialista.
—E: Sólo que en esta ocasión el especialista tiene tanto poder que es capaz de mandarte al otro barrio.
—EC: Una especie de sicario.
—P: Un asesino.
—E: Bueno, bueno, ¡no pasarse eh!. Que no se trata de que te liquiden  así por las buenas. Ahí estamos. Cierto es que caemos en esa sala de espera, y que conforme vamos cumpliendo años lo vemos más claro, pero nos agarramos a la familia, los amigos, las costumbres, la vida sana.
—P: La tele...
—EC: Je, je, je.
—E: ¡Lo que sea! El asunto es pensar en ello lo estrictamente necesario, y a ser posible en un ambiente relajado porque como te coja con las defensas bajas entonces dejamos de pertenecer a ese grupo que decía Eme de los seres afortunados, y podríamos pasar a ese otro de los pesimistas o los desaprensivos que aún es peor.
—P: Mira Eme ahí tenemos ya Castañares. ¿Qué tal tu lesión?
—EC: La verdad es que ni la noto. No hay nada como una buena conversación, para no pensar en lo que tiene uno.
—P: Sobre todo cuando la conversación versa sobre un tema, que deja en pañales a cualquier dolencia que pudiésemos tener.
—E: Bueno yo he sacado éste porque como lo tenía reciente en la cabeza; lo que pasa es que vosotros os lo habéis tomado con unas ganas, que parecía que lo teníais preparado.
—EC: Nosotros si, pero Alejandro, como es nuevo, se ve que le ha cogido de sorpresa. Éste suspende el examen, seguro.
—E: Que le vamos a hacer, habrá que darle un poco de cancha a la criatura. Ya lo pillaremos por otro lado: ¡Qué ganas tengo de arrimarme a la boca un café!
—EC: Con pastelitos a ser posible.
—P: ¡Ya estamos!. Que el colesterol mata.
—EC: ¡Je,je!. Después de lo que llevamos andado, deja que mate. Por si nos llama el especialista, mejor es que nos coja con la barriga llena, no sea que nos lo quite y tengamos un placer menos del que disfrutar.
—P. Di que sí, muchacho; además aún nos queda el camino de vuelta, que ese si que es importante hacerlo.
—E: Por cierto ¿qué os parece si nos acercamos a ver la catedral, que se comenzó a construir en épocas florecientes de la Iglesia y que nunca llegó a terminarse?
—¡Vamos! – dijeron Prudencio y Emeterio C.

Alejandro ni se enteró de la propuesta y permaneció sentado al lado de un enorme nogal contemplando como pasaba el agua por un antiguo lavadero. El edificio tenía por la parte trasera, con una puerta semiderruida por la que accedieron los tres compañeros de viaje. Alejandro estaba mirando su reloj, que marcaba las seis de la tarde, cuando escuchó un tremendo ruido seguido de una enorme polvareda. Al poco vio gente correr de un lado para otro, con gestos alarmantes y caras desencajadas. Fue preguntando al tiempo que avanzaba hacia el lugar donde se había producido el estruendo y las noticias que recibía no podían ser más desalentadoras: “Ha sido un rayo”, “Unos forasteros” – decían algunas mujeres -. “Creo que eran tres” – decían otras -. “¿Pero que ha pasado? “ – se preguntaba Alejandro. “Que se ha venido abajo la catedral” – decía otros -. Alejandro trató de abrirse paso entre el vecindario, pero ya había llegado la Guardia Civil e impedía acercarse al tremendo montón de escombros, en que se había quedado reducido lo que otrora fuese un templo dedicado al culto religioso.

2 comentarios:

  1. En serio se vino abajo la catedral??? OO

    Cuando se es joven no se suele pensar en la muerte y si se hace, casi siempre es para decir aquello de "yo quiero morir joven y ser leyenda", pero según pasan los años sí que se piensa en ella, es inevitable.

    Abrazos y risas

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  2. Si es que es mejor no tentar a la suerte, o mejor dicho, no despertarla al hablar tanto de ella. Se han pasado todo el camino erre que erre, y ella acudió a su cita...

    Sabes que pienso, que mejor así, de golpe, sin enterarse, un rayo, del tipo que sea y...

    PD:Nunca esperé que te los cargaras a casi todos después de haberles cogido cariño en este paseo

    Abrazos

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