martes, 23 de octubre de 2012

De ida y vuelta (y 4)

315 A Vero, Trini y María le vas a dar una alegría, ¿por qué lo dices Alba?, porque ¡por fin!, llegamos al último capítulo de tu larga historia, ¿qué pasa, te resultó pesada?, la historia no, pero el proceso tal vez, eso habrá que discutirlo, en otro momento, Gon, ahora, vamos a lo que vamos…


DE IDA Y VUELTA ( y 4)
.../...Viene de "De ida y vuelta (3)"
En teoría les quedaba mucho tiempo para permanecer en Argentina, así que tenían que pensar qué hacer a partir de ahora, sino querían caer en el aburrimiento o la angustia de sentirse solos y volver antes de cuenta. “¡Que situación tan absurda! – Pensaba Julia –“. “Lo mejor será echarme un ligue – se decía Armando –“. Merodeaban en solitario por los sitios que les parecían más oportunos y se apuntaron a los usos del lugar enganchándose cada tarde a interné a través de los locutorios. Ella tuvo que crearse una cuenta nueva, para no caer en la tentación o el error de enviarle correos a Armando, y él se fue directamente a las páginas de relaciones sentimentales para no andar con mucho rodeo. Julia le seguía contando a Mari Pepa todo lo que le pasaba, incluido el cambio de actitud de Armando, por lo que ésta le iba dando consejos y asesorándola sobre cual debería ser su postura. Un día se cruzaron en la puerta del hotel y él iba del brazo de una mujer, que a juzgar por su aspecto parecía un gato; no se miraron. En otra ocasión fue ella la que parecía coquetear con un camarero a la hora del desayuno. Tampoco hubo ninguna reacción por parte de Armando. Posiblemente a uno de los dos correspondería dar un paso al frente y parar aquella locura antes de que llegase más lejos. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué se comportaban así? ¿Realmente disfrutaban con lo que hacían o eran aquellas las peores vacaciones de sus vidas?”¿Por qué me trata este hombre así?- decía ella-” “¿Por qué no soy valiente y le digo lo que siento? –decía él –“. Él y ella, ella y él parecían condenados a no entenderse luego de tantos años de un perfecto entendimiento. Cambió el tiempo, hasta ese momento algo caluroso, debido al grado de humedad que sufren por esas latitudes, y los cielos grises y pastosos dejaron ver unos rayos de sol que parecían presagiar algo distinto en el ambiente. La gente aprovechaba los parques públicos para quitarse la camisa y recibir algunas radiaciones gratuitas, y aunque se trataba de un periodo invernal más bien parecía que llegaba la primavera. Julia tuvo que comprarse alguna ropa más ligera porque no iba preparada para esas temperaturas. Los días se sucedieron y como ninguno de los dos estaba por la labor de arreglar nada, llegó el momento de tomar el avión de vuelta y como si de dos desconocidos se tratase llevaron a cabo todos los trámites pertinentes como si estuvieran solos. Soportaron las largas esperas de los aeropuertos deambulando de un lado a otro como mejor pudieron, hasta que les llegó el momento de tomar un taxi – ya no eran negros y amarillos, sino blancos con banda amarilla – que fue cuando cada cual a su manera comenzó a preguntarse si sería verdad todo lo que le había sucedido en los últimos treinta días.

4 comentarios:

  1. Pues yo me alegro de este regreso. Cada cual a su vida cotidiana. Qué descanso.
    Ahora a ver qué sucede cuando ambos estén en su terreno.
    De todas maneras, no sé yo si, cuando bajen del taxi. les apetecerá volver a verse.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  2. No sé yo... Me quedo pillada.
    Es que ya sabes que lo del restaurante me dejó mosqueada.

    Si han dejado de entenderse me parece que el declive ha comenzado.

    Volveré a leer la historia entera con tiempo.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  3. y ocurre todos los días que, por la ausencia de valentía, no terminamos las historias.




    te dejo una página que justo acabo de abrir, tiene pocos visitantes. Me alegraría tener a valientes, por allí

    http://www.facebook.com/VVirginiarota

    ResponderEliminar
  4. Un placer leerte, arruillo tus textos enganchan hasta el final.

    Un beso.

    ResponderEliminar

¿Y ahora qué? ¿No me vas a decir nada?