miércoles, 16 de octubre de 2019

El kiosco




Se cuenta que en aquella urbe donde el sol brillaba con radiaciones de azahar y un día la poblaron los moros, sucedió una mañana que al ser depositados los paquetes de periódicos en el lateral del kiosco de la calle Feria, se produjo un hecho histórico que paso a relatar:
Por un fallo en el sistema de embalaje habían llegado calentitos y sin atadura ninguna, por lo que en el intervalo hasta la llegada del kiosquero, se produjo un tráfico inusual de ideas que terminaron por convertir las distintas corrientes de opinión, en un río de tinta a cada cual más calamitosa. Los artículos estaban llenos de tachaduras, faltaban palabras que habían sido sustituidas por iconos o siglas que no venían a cuento, y no había una sola firma a la que no se le hubiese añadido alguna coletilla malintencionada, o no se le hubiese recordado su pasado rojo, verde o amarillo, según los casos. Las editoriales quedaron reducidas a espacios vacíos de contenido o con letreros del tipo: “Cerrado por defunción” “Se vende” “Ni contigo ni sin ti”. Las esquelas mortuorias fueron vilmente manipuladas, habiéndose cambiado el nombre de los finados por reconocidos personajes públicos...Desde ese día, los periódicos en ese kiosco se depositan sin atar y se les da sus minutos de reposo para que el éxito de ventas siga subiendo.

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