lunes, 7 de septiembre de 2020

Te confieso

 


Te confieso que he pecado

                                        contra el décimo mandamiento,

derramé todos mis besos en el brocal

ardiente de tu cintura

—pómulos de carnaval—

dejaste corretear mis dedos

por el entresijo de tu piel de nácar,

se me durmió la lengua

escalando a pulmón libre

la nívea geografía, oasis de mis ansias
y sentí posarse

una mariposa iphiclides libando despreocupada.

El interior de mi cuerpo

era volcán, lava, fuego.

Ni triste uniforme de invierno

ni aroma de recatados vaqueros,

piel con piel,

febril lucha grecorromana

batalla henchida de labios

rebosantes de salina.

Nunca fue mi mano tan diestra.

Abejarucos en vuelo

buscan donde cobijarse,

su voz me resulta conocida.

Si debo pagar estoy dispuesto,

mi caballo enjaezado.

Mándame cerca del mar,

allí donde las dunas me recuerdan

tu ardiente figura.

J.R. Infante

 

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