Aquellos Beatles de entonces
trajeron largas caminatas
de corroídas trastiendas,
de garitos de “todo a cien”.
Afronté sereno el envite
de estar cerca de tu hombro.
El sol caía sobre Portugal.
Ahora tú también me gritas ¡help!
porque el fruto de tu pasión
es una dádiva por horas
que has de retornar impoluta.
Esa rizada cabecita,
esa nueva generación
es la incógnita a despejar
de la regla de tres que nunca
tomó copas contigo.
Como ayer, como aquel instante,
aún resuena la trompeta
Envuelta en yellow submarine.
A mí me duele tu ausencia
y tú luchas con medio biberón
que se enfría en el recipiente.
No sé si tu barbado rostro
fue regado de sal marina
porque no existe calendario
entre nosotros,
ni noches de insomnios conjuntas,
ni música bajo tu puerta;
sólo me queda get back
y esa dentina de ratón
que no ve
al padre de su padre
sino unas lentes
posadas en
una nariz.

¡Que recuerdos! Me encanta leerte.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias, Conchi. Me alegra saberlo. Un abrazo. J.R. Infante
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