Calzada de ida y vuelta,
viaje a ninguna parte,
aceite de la vida
en tu pelo de viernes por la noche.
Gira sin pausa la esfera de cristales
como la Tierra,
con tus horas adheridas
al elixir que rumia el suelo.
El disc-jockey voltea el aire,
las palabras pierden monemas
hasta llegar a su destino.
Ahí se concentra el mundo,
fenecen las cuatro estaciones
sitiadas por la penumbra,
impregnadas de abrótano hembra.
Basta un mensaje en chino,
visado una o cien veces
para que el lugar se transforme
en un canto coral
sin honor a Beethoven.
Luego del hombre viene el hombre,
porque está escrito,
porque somos los elegidos
para perpetuar la especie.
Ahí te encuentras
sin domingos de comunión,
más guardando todas las fiestas
en la agenda de tu bloc,
notable alto —cum laude—
en el tuneo de automóviles.
Canto a la luna de Rusalka
y rezo por ti.

Qué bonito poema, parece un soneto, me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, María. Me alegra saber que te ha gustado. Un abrazo
ResponderEliminarHola Arruillo, sin Domingo de Comunión y el giro que toma el mundo necesitamos muchos rezos
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Carmen, por la visita. El mundo da tantas vueltas que es imprevisible lo que puede pasar. Fuerte abrazo. J.R.Infante
ResponderEliminarHermosas palabras, pareciera que se puede cantar! le falta la musica!
ResponderEliminarGracias por la visita y el comentario.
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