viernes, 12 de diciembre de 2025

La casa deshabitada, capítulo XII

 


 Si usted se acostumbra a  consultar el ordenador en vez de pensar, acabará haciendo lo que diga el ordenador.
José Luis Sampedro
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 Y así entre gente que deja la patria chica porque ha de buscarse el sustento por otro lado, o porque la juventud posee una fuerza indomable, se nos va pasando la tarde y nos hallamos en la puerta de otro acto que tenemos que sacar adelante, cómo es una rueda de prensa para dar cuenta a los medios de cómo nos ganamos el pan algunos escritores.
Por mi parte tenía comprometidos a Manuel Navarrete, José Lorite y Beatriz Chulía para dar la cara. Pendiente de ellos, dejé que los demás fuesen pasando por mi lado hacia la puerta de salida y así, cómo otras veces parezca que tenga puestas orejeras de burro, en esta ocasión mis orejas se asemejaban a antenas parabólicas.
—Yo creo que en el fondo lo que le ocurre a la población rural es que se envejece, que cada vez hay menos gente joven en los pueblos —dijo Samuel a Eduardo.
—¿Y a ti que te parece eso de las masculinización?
—Una gilipollez, Samuel, lo que pasa es que tiene uno que contenerse.
—Ya.
Diego Álamo por su parte le decía a R. Miralles:
—Hombre, Rufo, te parece poco Azarías, Régula, “Paco el bajo”… ¿Qué más muestras quieres del mundo rural?
—Ya, te entiendo, pero yo te lo decía porque cómo bien sabes tengo una mirada más urbanita y lo hago extensivo a las miserias de la época.
—Claro, pero es que Miguel ¿de qué iba a hablar?, de lo que tenía más cerca.
Enrique  y Lorite andaban ensalzados en no sé qué cosa, al final de la sala. Apenas pude percibir a las claras de qué iba la conversación, lo que sí me di cuenta, por sus gestos, es que no estaban muy de acuerdo en lo que hablaban. Más tarde fue el propio Lorite, el que sin que yo le preguntase nada, vino a decirme:
—Núñez, ¿tienes claro ya cómo enfocar la rueda de prensa?, ¿quieres que te ayude en algo?
—No te preocupes, está todo bajo control, gracias José —le contesté.

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