martes, 2 de septiembre de 2014

En la solitaria calle

404 Ya hablaremos más despacito, Gon, permíteme que te de recuerdos de Marisa, dame un abrazo por lo menos ¿no?, bueno hombre, eso si, y además te regalo un poema…



En la solitaria calle, la luna
sonríe tu ardor. Te desfaldo.
Ahogan los movimientos, la guitarra
enfebrecida y la silenciosa cal.
Da un vuelco mi corazón.
Es la arena quien cobija,
las estrellas las que miran.
Te busco los frondosos muslos
y tus labios rezuman sabor
a espuma. Invitación a pasar

al jardín de las Hespérides.
Abro los ojos
En mi alfombra favorita, jugamos
los tres sin vernos. Rosa me
pincha el vientre. Azucena lame mi pelo.
Me voy
Por los pasillos te encuentro. ¿Qué quieres?
se me hace día la noche.
Me fundo en el crisol. Me vuelvo
camisa de serpiente nueva.
Duermo.
Papel adhesivo la epidermis
vuelva a su cauce el río azul.
Tras las cortinas, entreacto:
crujir de labios y brazos
que desesperados buscan amparo,
picos y volcanes, sinfonías inacabadas,
galope de caballo blanco.
Y el reloj de arena no consume
más que unos granos.
Crucifico los dedos. Por segundos,
mi resto calla y esconde
en una sábana su rostro de plebe.

1 comentario:

  1. Hola J. R. Infante, de nuevo paso para visitarte después de las vacaciones estivales, espero que tu las hayas pasado bien.
    Un abrazo.

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¿Y ahora qué? ¿No me vas a decir nada?