lunes, 13 de abril de 2015

Gervasio


Tiene el bigote que sobresale de la cara por encima de cualquier cosa. La tez morena de herencia, los dedos achorizados y los ojos rasgados sin llegar a ser confundidos con los orientales. Su voz es ronca, con resonancias portuguesas y altos y bajos de distintas tonalidades. Adorna sus canas con un sombrero tipo tirolés, que hace años le colocaron y que ya forma parte inseparable de su anatomía, y la comisura de los labios con un eterno cigarro encendido por encima de cualquier disposición higiénico-sanitaria al uso. La furgoneta es grande, puesta a transportar admite un número indefinido de infantes en el habitáculo delantero. Se maneja con destreza con ella, acostumbrado a calles estrechas, rasguños por las paredes y subidas y bajadas de acerados. Más que un chofer parece un muñeco articulado con más brazos que el resto de los mortales: lo mismo recoge a los zagales en la puerta del colegio, que lleva pasto o transporta muebles. Ahora, eso sí – señor guardia – no le pida usted papeles porque entonces sí que la hemos liado: con lo que cuesta la gasola, la mala leche del payo del taller, los “ricambios” y la cara de los churumbeles mirando a la autoridad, más vale pensar en otra cosa y dejar que siga su camino porque a honrado no hay quien le eche la pata a Gervasio. 

7 comentarios:

  1. Hola J. R. Un personaje muy curioso y buena gente. Me ha gustado el relato, que por otro lado, no se si es real o de ficción.
    Un abrazo amigo.

    ResponderEliminar
  2. Dicen que la realidad, a veces, supera a la ficción. Así que tu decides.- Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Me resulta estupendo, amigo. Entiendo más de lo que leo, y, eso es un placer.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Hola, José, tienes razón en tu apreciación y eso me halaga.- Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Personajes pintorescos abundan en esta ciudad, así también se multiplica el ingenio para subsistir. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Observador y escritor dan vida a esa escultura, supongo, portuguesa.
    Diría más, pero me da pudor :D

    Abrazos!!!

    ResponderEliminar

¿Y ahora qué? ¿No me vas a decir nada?