lunes, 3 de febrero de 2020

El coche rojo




Había pasado el verano y de nada sirvieron las denuncias de los vecinos; el ayuntamiento hacía caso omiso porque aquel coche no entorpecía la circulación; se convirtió en el punto de mira de toda la clase marginal del barrio, hasta que un día lanzaron una lata de gasolina en su interior y le prendieron fuego. Vinieron los bomberos, la grúa, se dañaron tres coches más y estallaron los cristales de un escaparate próximo. Los operarios de la limpieza cumplieron su cometido y el lugar quedó expedito y preparado para que otro vehículo lo ocupase. El que fuera su dueño contempló desde su casa los últimos instantes de aquel utilitario rojo; no se inmutó, casi ni parpadeó. Hacía tiempo que el coche lo había superado.

4 comentarios:

  1. Real como la vida misma.
    Algo parecido pasó en un barrio que conozco.

    Abrazos, Arruillo.

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  2. Hola Vero, gracias por dejar tu comentario. Un abrazo

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  3. Si no llegan a prenderle fuego el coche puede estar allí durante años Arruillo.

    Un abrazo.

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  4. Gracias, Conchi, por dejar tu opinión. Un abrazo

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