Así comienza el capítulo 5 de la novela La casa deshabitada.
Quedaba poco para llegar al pueblo. Me puse a pensar
de qué irían hablando Elisa y mi paisano desde que se alejaron de nosotros.
—¿Qué me dices de Seda? —Elisa gesticulaba con sus manos.
—Para mí es un poema en prosa. Desde la primera a la última página nos envuelve
en un halo misterioso. Hace disfrutar de la lectura de una manera sublime. Cómo
verás sigo tus consejos —contestó Medardo.
—Sabía que te iba a encantar. Fíjate si te conozco, “nenín”.
—Hay tantos detalles en ese libro que es imposible pasar de puntillas por él.
—Ya lo creo. Además fíjate que es de lectura cómoda, se lee en poco tiempo.
Apenas queda hueco para el aburrimiento.
—Y qué bien encaja el título con la trama…Seda… Era el negocio y al mismo
tiempo la delicadeza de la protagonista femenina.
—Cuánta sensibilidad.
—En lo sucesivo prestaré más atención a tus recomendaciones literarias.
—¿Has llegado a ver la película?
—No.
—Pues no te la pierdas. Está muy conseguida.
—Tendré que pedirle permiso a mi ganado.
Rieron. Unas cuantas aves se cruzaron en su camino.
—Mira, mira, rabúos —dijo Medardo.
—¿Cómo?
—Son rabúos. Es una de las aves más características del verano por aquí, van
siempre en grupo, armando ruido ¿las conocías?
—Con ese nombre desde luego que no —Elisa fijaba su vista en las aves—, y
aunque yo soy urbanita tengo reminiscencias campestres y no recuerdo haberlos
visto nunca.
—En realidad es un rabilargo, de la misma familia
que la urraca.
—A esa sí que la conozco —ríe.
—Ya me lo imagino ¿tal vez por Doña Urraca?
—No sólo por eso, listillo, es que se suele ver más en las ilustraciones, y
además las veo en la carretera cruzando de un lado a otro.
—Pues ya ves, son córvidos los dos, sólo que a la urraca le gusta más deambular
por parejas.
—Les pasa cómo a nosotros —le miró a los ojos. ¿Has visto dónde quedaron los
demás? ¿Tú crees que sabrán algo?
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Interesante capítulo de la casa deshabitada.
ResponderEliminarUn placer leerte, amigo.
Un abrazo.
Gracias, María. Me alegra saber de ti. Un abrazo
ResponderEliminar¿A que se referirá esa pregusta del final del capitulo? Me ha dejado un poco intrigada.
ResponderEliminarUn gran abrazo Arruillo.
Ahí está la cosa, Conchi... en la intriga. Gracias por la visita y un abrazo.
ResponderEliminarHe leído con una sonrisa porque conozco a una Elisa que habla de urracas, cuervos y rabilargos.
ResponderEliminarY bueno, Seda, qué grande y delicada novela corta.
Abrazo.