Así comienza el capítulo X de la novela La casa deshabitada.
El secreto es trabajar a diario y no esperar a que te visiten las musas.
Juan Eslava Galán
Ahora era el dueño de su vida, no estaba el padre que controlaba, o la hermana que atosigaba para que dejase de perder el tiempo con los papeles y se preocupara por la economía de la casa «No tienes más que pajaritos en la cabeza, dedícate al ganado y deja de garabatear ¿o es que acaso eso te va a dar de comer? —le decía años atrás su hermana cuando a él le faltaba valor para contestarle». Todo era muy distinto, él tomaba las decisiones. Cándida era todo delicadeza, lo mimaba y lo cuidaba con tanto cariño que nunca antes se había sentido tan amparado por una mujer que no fuese su madre. Descubrió el amor y descubrió la sensación de sentirse al lado de una mujer joven, dispuesta a gozar tanto o más que él. Apenas salían, salvo en casos especiales, de fiestas en el pueblo o reuniones inexcusables. Sus horas libres eran para permanecer encerrados en la habitación ascendiendo al Olimpo de la diosa Afrodita. Medardo también leía poemas a su mujer
“Ellos se amaban. Lo decían sus miembros
y sus gestos cómo un chorro de luz
que inundara la noche,
cómo un salto de agua
que cayera del sol y anegara los poros
infectados de las míseras cosas:
la mugre de los nichos,
lo
insano de la vida,
los hipócritas ojos que pueblan la negrura.”
«Este fragmento del poema “Ellos” me lo ha enviado mi amigo Juan López, sabedor de mis gustos. Es del poeta Onofre Rojano», «Pero si Juan no entiende de poesía», «Ya, pero tiene un corazón así de grande», «Fíjate, mi amor, cómo el poeta nos ofrece estos versos de sílabas impares para que la lírica fluya con más delicadeza», «Poco sé yo de eso, en el colegio nunca me explicaron nada y a mí tampoco me dio las ganas de leer cómo te pasa a ti», «Todo es ponerse», «Sí, pero algo se debe sentir, a mí me gusta dedicar el tiempo a la casa y a cuidar de ti», «Yo también lo hago, pero es tanto el impulso que siento sobre la poesía que no me puedo resistir», «Me parece entenderte, pero a la que no entiendo es a la poesía».
Hola J.R. Paso a saludarte después de varios meses ausente he retomado el blog y las visitas.
ResponderEliminarUn abrazo.