Cuando de libros se trata siempre tengo mucho respeto por lo que quiero expresar. Y es que la lectura es algo tan subjetivo que lo que yo pueda contar, puede no interesar a nadie: ni a los seguidores habituales de esta página, como a los internautas eventuales que se dejar caer por aquí. Pero en fin, digamos que se puede intentar. Vamos a ello. En la Tertulia Literaria que tenemos montada en la Casa de las Sirenas de Sevilla, nos ha dado por elegir obras de gran calado literario, pero no muy extensas, en torno a las cien páginas, y bajo ese contexto, en este mes hemos debatido, o estamos en ello, en torno a:
El viejo y el mar de Ernest Hemingway Una obra para quitarse el sombrero, de cómoda lectura y con una carga simbólica que impresiona. Párrafos cortos y directos, intercalados con unos diálogos clarificadores. Esa lucha que el protagonista mantiene contra la adversidad pone los pelos de punta. Parece que fue escrita durante su estancia en Cuba, con gran precisión técnica, cosa que no es de extrañar dada la afición del escritor por la marinería. Tal vez Hemingway sentó las bases de un nuevo estilo que a pocos a dejado indiferente.
Imagen tomada de la red
Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender es otra de esas joyas que nunca faltan en las tertulias o los talleres literarios porque resulta muy atractiva. Se publicó por primera vez en México (1953) y con posterioridad en España, sufriendo por tanto el impacto de la censura. Las miserias de la guerra civil española trasladada a un pueblito catalán, retratadas a través de Paco el del molino, un paisano que no se conformó con la situación del campo y peleó hasta el final por mejorar la situación. El cura del pueblo —símbolo de la Iglesia— juega un papel determinante en el devenir de los hechos, extensivos tal vez a lo sucedido en casi toda España. Los terratenientes y la extremaunción son dos elementos que juegan un papel de primer orden en el desarrollo de la novela. Imagen tomada de la red
Al margen de la tertulia: Anaconda de Horacio Quiroga: aquí me tengo que quitar el sombrero y descubrirme ante uno de mis autores favoritos, forma parte de mis autores de cabecera. La vida animal, salvaje, la selva en definitiva a la que el hombre accede tiene sus reglas. El cuento nos las pone en evidencia y el autor que vivió en ese ambiente se regodea con la suerte de unos y otros enfrentados por impulsos naturales. Los hombres quieren robar el veneno de las serpientes y estas se defienden. La fábula está servida. Quiroga deja la puerta abierta a la protagonista del cuento para situarla en otro de características similares pero con otro escenario.
Imagen tomada de la red

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Sintéticas reseñas, amigo. Que me resultan muy bien. De ellos he leído El viejo y el mar, y Anaconda. Gusto mucho de las tertulias literarias; porque es muy agradable debatir fisicamente sobre el tema que nos apasiona, la literatura.Lástima que el tiempo no me de para ello, aunque, a ratos se me presenta una oportunidad y me dejo caer por alguna —de las tantas, que existen en la ciudad—.
ResponderEliminarAbrazos
Hola amigo J.R. me gustan mucho los libro y de los que reseñas he leído El viejo y el mar y Réquiem por un campesino español.Me encantaría asistir a alguna tertulia literaria en la actualidad, pues estuve dos años en una y la han cerrado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola J. Valle, hola Conchi: la idea de las tertulias es algo muy especial porque se aprende mucho. En Sevilla hay varias y en la nuestra nos esforzamos por sacar adelante interesantes propuestas. Te reunes en torno a un libro, pero luego se termina hablando de otros muchos aspectos que la literatura en si encierra y que le viene bien tanto al que lee como al que escribe. Por eso lo hacemos.
ResponderEliminarGracias por vuestra visita
Abrazos
Gracias por tus reseñas, José. El viejo y el mar fue una lectura de adolescencia, me encantó. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por la visita, María José. Agradecido por el comentario.
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