Con motivo de los actos conmemorativos de la
celebración de los 25 años de la Asociación
Driades, hemos estado el pasado domingo en La Sauceda. La primera vez que
arribé por estas tierras fue en la década de los ochenta propiciado por una
excursión en autocar promovida desde Andalus. Luego he tenido la oportunidad de
estar en un par de ocasiones más, espaciadas en el tiempo hasta esta última que
nos ocupa.
La Sauceda
(según datos de la Wikipedia)
es un núcleo poblacional disperso perteneciente al término municipal de Cortes de la Frontera (Málaga). Se
encuentra situado en pleno Parque Natural de los Alcornocales.
Durante mucho tiempo,
la zona permaneció aislada, hasta que los Reyes Católicos, al conquistar Ronda,
le concedieron las tierras de la
Sauceda. En época de Felipe II
fue una zona que no aceptó las órdenes de la corona, como señaló Miguel de
Cervantes en El coloquio de los perros. Debido a
lo escarpado del terreno, sirvió de refugio a bandoleros y maquis. La zona tuvo
especial importancia durante la guerra civil española. Entonces La Sauceda superaba en
población a Cortes de la Frontera. En ella se refugiaron
muchas persona provenientes de toda la provincia de Cádiz (especialmente la campiña de Jerez) huyendo de la represión del
ejercito franquista. Esta misma configuración orográfica supuso un freno al
avance de las tropas franquistas desde el Estrecho hacia Sevilla y Madrid.
Cuando finalmente estas tropas consiguieron penetrar en la zona de la Sauceda, llevaron a cabo
innumerables asesinatos de hombres, mujeres y niños que allí se habían
refugiado. En las cercanías de La
Sauceda, en el Cortijo de el Marrufo, se ha hallado una de
las fosas comunes más grandes de España, donde pueden estar enterrados cientos
de españoles torturados y ejecutados por las tropas franquistas. En la
actualidad se ha conseguido rehabilitar el cementerio, abandonado en su día. Se
pueden visitar los restos de la ermita de La Sauceda, donde se encuentra una plaza e homenaje
a los caídos por el bombardeo nazi en la Guerra civil Española.
En las cabañas que conforman el área recreativa he tenido la ocasión de
comprobar cómo podría ser la vida en otros tiempos por esta sierra. He dormido
sobre el suelo o sobre un camastro, en espacio reducido sin más luz que la de
la chimenea, compartida, eso si, con un grupo de amigos.En La Sauceda
se puede disfrutar de maravillosos parajes, como los "canutos”, el bosque
de laurisilva (vegetación perteneciente al Terciario, conquejigos,
alcornoques, helechos y musgos.), la Pilita de la Reina (lugar desde el cual
tenemos una panorámica de todo el Campo de Gibraltar), el Peñón del Buitre. Todo
un placer para los sentidos. En el día de ayer la visita fue algo más corta
puesto que nos quedamos en la
Laguna del Moral —los años no pasan en balde—, aunque las
sensaciones siguen siendo las mismas de siempre: libertad espacial,
biodiversidad sin fronteras, pequeñez como humano ante troncos de quejigos
inabarcables, huellas frescas, presencia avícola como música celestial y algún
que otro aditivo de bienestar corpóreo y anímico difícil de cuantificar.
La Sauceda,
uno de esos parajes que se dejan con la promesa de seguir viniendo.
Bien nos recreas el sitio, amigo. Gracias por compartírnoslo.
ResponderEliminarFuerte abrazo
Gracias a ti, tocayo. Me alegro que te guste.- Un abrazo
ResponderEliminarYa sigo el blog por e-mail. Gracias + Abrazo
ResponderEliminarHola J. R. Una magnífica entrada con una buena documentación ¡¡cuantos horrores causó la guerra civil!!.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz fin de semana.