lunes, 2 de marzo de 2015

La Sauceda


Con motivo de los actos conmemorativos de la celebración de los 25 años de la Asociación Driades, hemos estado el pasado domingo en La Sauceda. La primera vez que arribé por estas tierras fue en la década de los ochenta propiciado por una excursión en autocar promovida desde Andalus. Luego he tenido la oportunidad de estar en un par de ocasiones más, espaciadas en el tiempo hasta esta última que nos ocupa. 

La Sauceda (según datos de la Wikipedia) es un núcleo poblacional disperso perteneciente al término municipal de Cortes de la Frontera (Málaga). Se encuentra situado en pleno Parque Natural de los Alcornocales.  Durante mucho tiempo, la zona permaneció aislada, hasta que los Reyes Católicos, al conquistar Ronda, le concedieron las tierras de la Sauceda. En época de Felipe II fue una zona que no aceptó las órdenes de la corona, como señaló Miguel de Cervantes en El coloquio de los perros. Debido a lo escarpado del terreno, sirvió de refugio a bandoleros y maquis. La zona tuvo especial importancia durante la guerra civil española. Entonces La Sauceda superaba en población a Cortes de la Frontera. En ella se refugiaron muchas persona provenientes de toda la provincia de Cádiz (especialmente la  campiña de Jerez) huyendo de la represión del ejercito franquista. Esta misma configuración orográfica supuso un freno al avance de las tropas franquistas desde el Estrecho hacia Sevilla y Madrid. Cuando finalmente estas tropas consiguieron penetrar en la zona de la Sauceda, llevaron a cabo innumerables asesinatos de hombres, mujeres y niños que allí se habían refugiado. En las cercanías de La Sauceda, en el Cortijo de el Marrufo, se ha hallado una de las fosas comunes más grandes de España, donde pueden estar enterrados cientos de españoles torturados y ejecutados por las tropas franquistas. En la actualidad se ha conseguido rehabilitar el cementerio, abandonado en su día. Se pueden visitar los restos de la ermita de La Sauceda, donde se encuentra una plaza e homenaje a los caídos por el bombardeo nazi en la Guerra civil Española.

 En las cabañas que conforman el área recreativa he tenido la ocasión de comprobar cómo podría ser la vida en otros tiempos por esta sierra. He dormido sobre el suelo o sobre un camastro, en espacio reducido sin más luz que la de la chimenea, compartida, eso si, con un grupo de amigos. En La Sauceda se puede disfrutar de maravillosos parajes, como los "canutos”, el bosque de laurisilva (vegetación perteneciente al Terciario, con quejigos, alcornoques, helechos y musgos.), la Pilita de la Reina (lugar desde el cual tenemos una panorámica de todo el Campo de Gibraltar), el Peñón del Buitre. Todo un placer para los sentidos. En el día de ayer la visita fue algo más corta puesto que nos quedamos en la Laguna del Moral —los años no pasan en balde—, aunque las sensaciones siguen siendo las mismas de siempre: libertad espacial, biodiversidad sin fronteras, pequeñez como humano ante troncos de quejigos inabarcables, huellas frescas, presencia avícola como música celestial y algún que otro aditivo de bienestar corpóreo y anímico difícil de cuantificar. 

 La Sauceda, uno de esos parajes que se dejan con la promesa de seguir viniendo.

4 comentarios:

  1. Bien nos recreas el sitio, amigo. Gracias por compartírnoslo.

    Fuerte abrazo

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  2. Gracias a ti, tocayo. Me alegro que te guste.- Un abrazo

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  3. Ya sigo el blog por e-mail. Gracias + Abrazo

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  4. Hola J. R. Una magnífica entrada con una buena documentación ¡¡cuantos horrores causó la guerra civil!!.
    Un abrazo y feliz fin de semana.

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