lunes, 18 de mayo de 2015

En medio de la nieve, Viznar.


Primer día
                        Recalamos en el albergue juvenil catorce personas entre adultos y niños un viernes del mes de Febrero del año 93. Pasamos la noche y a las ocho de la mañana comienza uno de los sueños más bonitos vividos en los tres años de funcionamiento del club se senderismo en el que nos desenvolvemos. Abrimos las ventanas de las habitaciones y aparece el fascinante espectáculo de una gran nevada que va a cubrir todos los árboles de una gran capa de polvo blanco hasta doblas sus ramas. Empezamos a corretear por los pasillos, de ventana en ventana, asombrándonos de las estampas de cal que se veían por todas partes. La cámara fotográfica comienza a funcionar y ya no pararía en toda la mañana. Muñecos de nieve, coches cubiertos de capa nívea, tejados repletos del preciado don del hielo. Por donde quiera que se mire los ojos no dan abasto a acaparar tanta belleza, estalla una pequeña batalla de copos, hasta que decidimos comenzar a caminar. Por la carretera hacia Alfacar todo aparece cubierto de blanco. El chisporroteo de las botas al contacto con el suelo produce una extraña sensación que la hacen muy agradable. Los pájaros van de rama en rama sacudiendo el polvo, caen algunos copos esporádicamente y todo el alrededor presenta ese aspecto cautivador de todo aquello que uno no está acostumbrado a ver: las plantas, los árboles, el suelo, los arroyos, el cielo, las nubes…todo es distinto; no hace falta buscar rutas, tan sólo hay que caminar y caminar. Al final llegamos a una pequeña colonia, donde la figura del poeta García Lorca tiene su recuerdo en forma de parque y de azulejos con sus poemas. Un poco más adelante, el nacimiento de un arroyo, agua clara, burbujeante, como dentro de una gran piscina natural. Pero sobre todo, la nieve, el blanco expandido por doquier, con las pisadas recién estrenadas y Sierra Nevada insinuándose en la lejanía.
Tras el almuerzo la ciudad de Granada merece un paseo por el Albahicín y el Barrio del Carmen. Catedral, zoco y río Darro. Regresamos al albergue y el Palacio de Cuzco significa una pequeña decepción en el capítulo de visitas programadas; allí se insinúan frescos sacados del Quijote, que tan sólo se pueden observar desde un patio donde aún quedan los setos cargados de nieve. Allá abajo, en la lejanía, la Vega de Granada.

9 comentarios:

  1. Llevamos en las alforjas de la memoria cada viaje en tres dimensiones. Los sentidos en un frasco que al destaparlo se expanden con el recuerdo intacto. Un abrazo.

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  2. Gracias, María José, por aportar una pincelada poética a un texto que le tengo gran cariño.- Abrazos

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  3. Me resulta muy bien narrado, amigo. Dices con encanto.

    Abrazos

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  4. Magnífica entrada has narrado de tu visita a Granada Arruillo, perdon J. R. Lástima que te llevaras una decepción con la visita al Palacio de Cuzco.
    Un abrazo.

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  5. Gracias, tocayo, me alegro que te haya gustado.- Un abrazo

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  6. Hola Conchi. Lo que pasa con las visitas es que a veces se crean más expectativas de lo que es en realidad.- Un abrazo

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  7. Todo parece tan bello desde tus letras, amigo JR, me ha encantado tu excursión porque además nos has hecho partícipe de ella por compartirla con nosotros, mil gracias por ello.

    Un beso.

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  8. Todo parece tan bello desde tus letras, amigo JR, me ha encantado tu excursión porque además nos has hecho partícipe de ella por compartirla con nosotros, mil gracias por ello.

    Un beso.

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  9. Gracias a ti, Maria, por pasar por aquí y dejar tu impresión de esta crónica viajera.- Un abrazo

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