Esta semana he tenido ocasión de visionar la película
Mandarinas de Zaza
Urushadze.
El asunto va
del conflicto armado entre Chechenia y Georgia y se desarrolla toda ella en un
mismo escenario, que no es otro que una plantación de naranjos. Tratada con una
delicadeza exquisita, no deja de mostrar todo el horror de la guerra, puesto
que cuando nos encontramos con un caso particular de cualquier conflicto es
cuando se nos encienden las lucecitas de alarma, que todos tenemos, pero que
así visto a lo grande y en la distancia es que como si no las tuviésemos. Por
eso hay que verla. Por eso y por la gran interpretación de Lembit Ulfsak, en el papel de Ivo, que desde
la sabiduría que da su barba blanca, lleva con toda entereza la locura de los
acontecimientos.
Esta película me ha llevado a recordar a aquella otra: Los limoneros de Eran Riklis que vi hace algún tiempo y que también me dejó la huella de los Films de categoría. En aquella ocasión era una mujer, Hiam Abbas, en el papel de Salma, una viuda palestina que trabaja su campo de limoneros y linda, nada más y nada menos, con una residencia del ministro de defensa israelí. Otra joya. Tratada sin estridencias deja a las claras como puede ser una relación entre vecinos, con tantos muertos a sus espaldas que parece imposible la convivencia.
En
uno y otro caso se han escogido esos productos cítricos, como una clara
analogía de lo agridulce que resultan las relaciones humanas. Aquí se les ha
llevado a su máxima expresión puesto que más allá de la guerra pocas circunstancias
habrá de lo absurdo e injustificado que significa el enfrentamiento armado.
Cada día sueño con una entrega de armas a nivel mundial, es una utopía, lo se, pero pobre de nosotros si no tuviésemos sueños de este calibre, si no fuésemos capaces de ser cada día menos hostiles, menos arrogantes, más comprensivos con las dificultades de nuestro vecino. Puede que sea, que yo —al igual que Ivo— también luzco barba blanca y me gustan las mandarinas. En cualquier caso, dos buenas película, si señor.
Cada día sueño con una entrega de armas a nivel mundial, es una utopía, lo se, pero pobre de nosotros si no tuviésemos sueños de este calibre, si no fuésemos capaces de ser cada día menos hostiles, menos arrogantes, más comprensivos con las dificultades de nuestro vecino. Puede que sea, que yo —al igual que Ivo— también luzco barba blanca y me gustan las mandarinas. En cualquier caso, dos buenas película, si señor.

Es que cuando las películas tienen ese fundamento que toca el corazón,
ResponderEliminardejan en nosotros una huella imborrable.
Un gran abrazo
Hola Marisa: gracias por pasar y dejar tu comentario. La huella es imborrable, claro que si, no puede ser de otra manera.- Un abrazo
ResponderEliminarHola Arruillo, el sueño mío y de la mayoría de los mortales sería una entrega de armamento a nivel mundial, pero eso es una quimera, los fabricantes de armamento nunca estarán dispuestos a renunciar un bocado tan suculento de un negocio que les deja muchos $. Intentaré ver las películas de las que nos has puesto el traíler .
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay que seguir soñando, Conchi. Tantas y tantas cosas parecían imposible de conseguir y sin embargo el tiempo las puso en su sitio, no pierdo la esperanza.- Gracias por dejar tu comentario.- Un abrazo
ResponderEliminarEste planeta no ha conocido ni tres segundos de paz.
ResponderEliminarAbrazos
Lamentable ¿verdad Vero?, por eso es importante que películas como estas nos sigan haciendo ver que no hay que quedarse dormidos, que en el fondo somos seres humanos, que hay que seguir batallando por la regeneración de la palabra humanidad.- Besos
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