jueves, 10 de diciembre de 2015

Libros


La clase trabajadora siempre agradece la llegada de estos puentes, de ingeniería comercial, para darle un descanso a la monotonía y poner la cabeza en otro sitio, aunque no salgamos de las cuatro paredes en las que tenemos fijada nuestra residencia. La confianza de los inventores del sistema es que la gente se mueva, que se muevan los vehículos y que el dinero fluya de un bolsillo a otro, pero la realidad es que cada cual hace lo que buenamente puede. A lo que iba: Aprovechando el puente y siendo como soy ratón de biblioteca pública más que visitador de librerías, me he remangado y removido libros y más libros. Desde hace algún tiempo, amigos y conocidos les ha dado por deshacerse del libro-papel y, mire usted por dónde, me han dado en el icono de mis deseos.


 Nunca tuve a mi alcance una biblioteca personal, más allá que unos cuantos libros adquiridos aquí y allá, alguna colección, a pagar en cómodos plazos y los propios de los estudios realizados. Por eso cuando me empezaron a llegar ofertas de cuidador de libros ajenos, no me lo pensé. Compré unas cuantas estanterías de autoinstalación, acondicioné el espacio necesario, abrí un archivo excell y en un tiempo prudencial me he visto con una colección de más de mil seiscientos libros, de los que ya me gustaría disponer del tiempo necesario para leer al menos la mitad de ellos. Pero en fin, el objetivo está logrado: allí están ellos, tan formalitos, catalogados y en perfecta alineación para quien guste hacer uso del contenido de sus páginas.

 Hay de todo, ya digo que han llegado a mí porque estorbaban y porque el impulso de Internet es como un ciclón que lo tiene que coger a uno con las ideas muy claras.
Siguiendo el Sistema de clasificación decimal Dewey, es el apartado 800, el correspondiente a la Literatura y retórica quien se lleva la palma y, como es lógico —viviendo donde vivo— la Literatura de autores españoles y norteamericanos caminan a la par y dentro de ellos es la novelística quien me ha aportado mayor número de volúmenes. La literatura de autores de origen británico, germánico, francés, italiano, portugués, latino, indoeuropeo, afroasiático, urálico y helénico también han buscado su hueco. Y lo han encontrado a costa de mis horas de ocio.
En el apartado 900, correspondiente a la Geografía e Historia, incluyo la biografía de varios personajes de la vida política, literaria, social, científica y de alguna otra rama más difícil de encuadrar. Los libros de viajes, geografía pura y dura de todos los continentes, así como textos históricos tanto del mundo antiguo como de la historia general de cualquier continente, en especial de Europa.

 
En el 500 se encuadran las Ciencias Naturales y matemáticas y ahí, para un amante de la Naturaleza como yo, no podían faltar ejemplares de Ecología, de Biologia, de plantas, de animales, de Astronomía y en menor proporción los propios de matemáticas, física y química.

 
En el 300 predominan los libros de Educación en cualquiera de sus manifestaciones, en el 200, los de Religión, basados en la religión cristiana y en la Biblia. En el 600, correspondiente a las Ciencias aplicadas, se encuentra la Medicina con el apartado de Promoción de la salud como destacado y la Economía doméstica, como dato curioso. En el 100 los de Filosofía y Psicología, en el 400 los de Lengua y termina el ciclo con el 000, reservado a las generalidades, que sin llegar a poseer ningún ejemplar incunable, si que aparece catalogado algún libro notable bien sea por su encuadernación o por sus ilustraciones.
No sé si acabaré como Alonso Quijano, pero por el momento, lo estoy disfrutando.

2 comentarios:

¿Y ahora qué? ¿No me vas a decir nada?