jueves, 26 de noviembre de 2009

Una granja muy particular (2)


133 Hoy que por fin vemos el agua tras de los cristales, ha decidido Gon que corresponde colgar la segunda parte de:


UNA GRANJA MUY PARTICULAR(2)
.../...Viene de Una granja muy particular (1)

Maite se presentó un día en su casa con el gato en una caja junto a una botella de suero que se le estaba suministrando; ella llegó confiada porque todo el tiempo en que había estado junto al minino, éste estaba sedado y apenas se movía, con el colocón que tenía en lo alto ya iba bien servido, pero en el trayecto de la clínica donde lo habían atendido hasta el piso de Maite, el gato se había espabilado y cuando lo colocó en el suelo para cerrar la puerta, el animal se lanzó en alocada carrera sin importarle el artilugio que llevaba adosado a su cuello, ni la botella de suero. El primero en dar la voz de alarma fue Luís, que cuando vio al felino, revoloteaba por todo el piso como si hubiese visto al mismísimo demonio. Los gritos de Luís alertaron a Canela que comenzó a ladrar sin ton ni son, pero por si acaso era necesaria su presencia. Dionisio en vista de los acontecimientos, abandonó sus minutos de sol en la terraza y dirigió el hocico hacia su bunker privado para casos excepcionales; el asunto presentaba mal aspecto y entre las macetas se abría paso con las uñas, hasta conseguir meter la coraza, lo demás era ya cuestión de tiempo. Josefa encontró la puerta del aseo entreabierta y no lo dudó; de un salto se metió dentro de la bañera, que aunque no tenía agua, siempre había posibilidad de que la tuviese, y además allí se encontraba ella más segura. La tía de Maite tenía la tele encendida y el volumen adecuado a su oído, así que de momento estaba ausente, la madre había salido de compras y el padre que se estaba afeitando, tuvo que abandonar tan humilde tarea, y con la toalla reliada al cuello se asomó al pasillo para ver cual era la causa de tan singular alboroto. Mini después de recorrerse gran parte de la casa arrastrando la botella, con Canela a la retaguardia y Luís cerca del lomo, terminó por encontrar un hueco debajo del mueble bar, donde no le llegaba la furia de la perra y era un terreno demasiado peligroso para que el periquito se atreviese a meter baza. Los acontecimientos discurrían a tal velocidad, que a la muchacha apenas le dio tiempo de salir de la misma baldosa en todo el rato, parecía una directora de una loca orquesta con los brazos en alto y mandando órdenes a las que nadie obedecía. La paz llegó con la colaboración del padre de la muchacha, que se llevó a la perra a la terraza y luego tuvo que buscar en la caja de herramientas para ponerse unos gruesos guantes, meter las manos debajo del mueble y extraer al minino que se encontraba en un estado de excitación al borde del infarto.
Maite salía de vez en cuando al campo formando parte de un grupo de amigos, que aprovechaba los efluvios primaverales para entregarse al juego amoroso. Ella distraía su mente con el vuelo de una mariposa que se posaba en una flor, justo al lado de un abejorro que cimbreaba sus alas y alargaba la trompa para alimentarse de polen, al rato salía marcado de amarillo en busca de otra planta en la que libar. Ahora eran las peripecias de un trepador azul las que tenían enajenada a Maite: aparecía y desaparecía en el tronco de la encina, dejándose ver pero guardando las distancias. El recuerdo de Luís se le hacía imprescindible -¡cuánto disfrutaría su periquito entre tanta rama!-. Pero ella sabía que eso no era posible, aún recuerda aquel otro que tuviera y que en un exceso de confianza, partió sin pedir permiso y todavía lo está esperando. Las aves tienen sus propios instintos y hay que saber hasta donde se les puede permitir moverse. Las voces de sus amigos le sacan de su mundo y le animan a que acuda a la barbacoa, para departir con ellos esas chuletas que huelen que alimentan. Maite se fija durante el almuerzo en aquel chico que siempre le gustó, pero mantenerle la mirada o contestar a sus preguntas le resulta tan difícil, que tiene que desviar la vista y fijarse en el vuelo de la cigüeña o el trinar del pinzón. Cuando ve la actitud de sus amigos, piensa que porqué no puede ella comportarse igual y dejarse acariciar por alguien; está cansada de ver películas en la tele y a veces no se puede contener y tiene que levantarse del sofá con un estado de inquietud que no acierta a comprender... Pero es que en vivo y en directo, ¿Qué tiene que hacer ella para que aquel chico se le acerque? No se atreve a hablar con nadie de este tema y la vez que Canela quedó preñada por un descuido, lo pasó tan mal que de nada sirvió el gozo de ver los cuatro cachorros que tuvo; menos mal que todavía Josefa no había llegado a la casa y que pudo colocar a las crías antes de que cumpliesen un año.
Pero la escena aquella de los dos perros enganchados por la parte trasera, tirando uno para cada lado como si estuvieran pegados con superglue, le resultó tan extraña que casi no reconocía ni a su propia perra. Por un instante parecía que se hubiese transformado en un ser deforme de dos cabezas de vértices opuestos. Los documentales de la dos eran una cosa y el directo otra, así que no tenía nada claro como funcionaba eso del himeneo.
Cada vez que salía fuera de la ciudad llegaba con tal carga de felicidad en sus poros, que luego se pasaba varios días repartiendo besos a diestro y siniestro; su pequeño zoológico recibía mejores atenciones y su trabajo en la asociación de defensa de los animales se volvía más meticuloso. Sus padres se alegraban de ese estado de Maite, pero en el fondo no podían ocultar la gran preocupación que sentían por ella, tan desamparada. ¿Qué ocurriría el día que ellos faltasen? Conseguir un trabajo digno era difícil, encontrar alguna alma gemela con quien compartir su vida, más todavía y además no tenía la suficiente destreza como para vivir sola, aunque fuese en medio de aquella jauría que tanto le gustaba. Ya no era una niña, su hermana no parecía tener predisposición de ayudar mucho y en la tía no se pensaba por razones evidentes.

.../...Continúa en Una granja muy particular (y3)

4 comentarios:

  1. Una granja muy particular y un relato espectacular, que me trasladò en vivo a cada secuencia.

    El 27 de agosto, estuviste por mi blog y dejaste allì, palabras que no olvido, esas mismas que hoy hacen que me encuentre aquì.

    Y ya que me encuentro, en esta, tu casa, me tomo el atrevimiento de pedirte: si me invitàs un cafecito con ese marco de pura vida verde y ademàs, si me permitìs enlazar tu blog al mìo.
    Espero tu respuesta, si?

    Un beso en tu corazòn.

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  2. Publicar los relatos en partes da realce a los giros que van tomando las historias. Bien.

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  3. Fantástica narración, aunque he sentido nauseas al imaginar los perros enganchados... me gusta el personaje de Maite, me intrigar saber su evolución, estaré pendiente, mi admiración, abrazos

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  4. De mucho gusto y buena gracia, amigo. Abrazos

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¿Y ahora qué? ¿No me vas a decir nada?