lunes, 5 de abril de 2010

Atascados (y 3)


171 A pesar de las fiestas, Gon no ha querido faltar a su cita y me acaba de remitir la tercera y última parte de…






ATASCADOS (y 3)

Viene de Atascados (2)

El comisionado de la Peña se dio cuenta enseguida que la pelota estaba en el tejado de la señora Julia – dicho sea sin segunda intención -, así que volcó todo su esfuerzo en darle coba y procurar seguir los pasos que ella le indicase, pero sin dejarla de la mano. Habló con su hijo, llegaron a un acuerdo verbal de romper primero en el segundo para descartar todas las posibilidades, ya que del tercero para arriba, gracias a un agujero de épocas anteriores se pudo comprobar que todo estaba perfecto y no había ninguna fuga de aguas ni sucias ni limpias, para eso el Melli se las gastaba solo, allí donde metía la nariz era difícil que se equivocara en el pronóstico. El circulo se estrechaba cada vez más y a la señora Julia se le ponía el asunto feo: recurrió al seguro de su casa y estos le dijeron que se podía intentar arreglarlo desde abajo, o sea desde el local. Los socios temblaron ante la noticia, pero el Melli se mantuvo firme en su posicionamiento y aunque tuvieran que desmantelar por unas horas todo el andamiaje que habían construido, los representantes de la vecina del primero ce, tuvieron que agachar la cabeza y reconocer que boca arriba se corría un serio riesgo de tragarte toda la mierda de esa ala del bloque.

La prueba del segundo ce, dio negativa para los intereses de la señora Julia y el comisionado Paco Pepe cada vez veía más cerca el ansiado momento en el que el Melli y su ayudante traspasasen el umbral de aquella casa con el martillo en la mano. Lo que no se esperaba es que a la señora se le ocurriese una penúltima jugada, y así cuando aparentemente había dicho que sí, resultó ser que todavía no. Cuando esa mañana a las nueve en punto, el comisionado se pone en contacto con el Melli según el procedimiento habitual, éste – sin enojarse demasiado -, le transmite la desagradable noticia de que no le han dejado entrar en la casa, con todo lo que él tiene que hacer y la de gente que tiene pendiente para que le solucione sus asuntos, y hay que ver el porculo que está dando la dichosa Peña, y tu verás cuando pase la factura porque ya se ha tenido que desplazar más veces de lo previsto, y todo está muy caro y él se mueve en furgoneta, que no sólo es cuestión de tiempo, ahí hay un gasto añadido de gasolina, desgaste, kilometraje e incentivos para el personal subalterno que a ver quien va a pagar luego todo eso, que él con la comunidad no quiere líos, usted me ha llamado y usted me tiene que soltar los cuartos, no vayamos a tenerla. Paco Pepe le convence de que en ese sentido esté tranquilo, que si quiere un anticipo puede pasar a recogerlo que ya se las arreglaran ellos con la comunidad, el asunto es muy sencillo, con no pagar hasta amortizar la trampa, listos. Pero como es posible que esa señora le haya hecho esa jugada, si él lo tenía apalabrado con su hijo y ya le había comunicado que el segundo ce, estaba perfectamente, por lo tanto era en su piso donde estaba el problema y ella así lo había reconocido en vista de las pruebas aportadas por el comisionado. Esto era para volverse loco, consultó con el Melli la posibilidad de taponar en el bajo la salida del bajante, a ver si de esa manera reventaba por la casa de la Julia y se enteraba de una vez por todas donde estaba la avería. El peligro que se corría es que ésta pidiese daños y perjuicios por haber bloqueado la salida normal del desagüe. Hicieron la prueba con tan mala fortuna que reventó más abajo del objetivo buscado, se puso a llover materialmente por el techo del local y menos mal que reaccionaron a tiempo quitando el tapón y encima la señora Julia no resultó afectada en lo más mínimo.

Pero un buen día Paco Pepe recibe una llamada en su móvil nada más menos que de la señora del primero ce, indicándole que cuando quiera puede enviar los albañiles, que ella lo ha estado hablando con su hijo, con su abogado y con la compañía de seguros y le han aconsejado que lo mejor es que se descubra por su cocina. Al comisionado se le encendieron todas las luces y dio hasta un brinco de alegría. Esta vez se personaría él mismo en el primero ce al frente de la comitiva a ver si era capaz la susodicha de volverle a cambiar el discurso. Todo amabilidad son recibidos por la señora y el albañil procede con total diligencia, a romper por donde es menester para tener acceso al bajante y poder llevar a cabo la reparación oportuna, si es que daba con la avería y si es que era cosa de su oficio porque en lo tocante a las cañerías ya tendría que venir el Melli. Para sorpresa de algunos de los presentes – allí estaban un representante de la compañía de seguros, el hijo de la señora Julia, el albañil, Paco Pepe y la vecina de enfrente que en el fondo estaba del lado de la Julia - , se da con suma facilidad con la causa de todos los males y el operario extrae del hueco pertinente un ladrillo caravista, como prueba número uno del delito perpetrado. Ayudados con una linterna van pasando todos los presentes a mirar por el agujero y a comprobar el tremendo boquete que el caravista había ocasionado en el bajante de pvc, justamente en un codo que se encontraba sobre el techo del local. Se miran unos a otros, se intercambian algunas opiniones y se llega a la conclusión de que la causa de la avería, y por tanto del derrame del semilíquido fluido, es el impacto de la prueba número uno sobre el consabido bajante. Allí mismo y en caliente se especula sobre el origen del ladrillo, y las dos vecinas coinciden en que proviene de cuando la Mari Carmen arregló su cocina, porque entre los restos de escombros había aparecido también una trozo de azulejo de los que ella tenía antes de hacer la obra. La cara de la señora Julia relucía como nunca, la mueca de su sonrisa era un hueco recién descubierto y el verbo que emanaba de sus labios parecía el de un doblaje de artista televisiva. Los demás, incluido Paco Pepe, eran meros espectadores que poco o nada tenían que decir ante prueba tan irrefutable. Ahora si que estaba la pelota en otro tejado, ninguno de los allí concentrados se preguntó por las facilidades para dar con la causa del estropicio luego de tantos meses de marear la perdiz. Tampoco le interesaba a ninguno, así que a buscar al Melli, a cambiar las tuberías y a guardar como oro en paño las pruebas número uno y dos (el azulejo) de cara a la próxima reunión de comunidad o a una negociación de buenas maneras, con la presidenta del bloque, a ver que se podía hacer por recobrar aquella melodiosa voz que se escuchaba por el ojo del patio pregonando la prenda que había caído, sólo que a partir de ahora tendría que ser la vecina del segundo ce, la encargada de tan meritoria tarea.

3 comentarios:

  1. Y calladito todo el mundo, que al final la Julia tenía razones y apoyos.
    Un beso a la niña.
    Y a ustedes.

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  2. No sé si por tanto rezongue Julia, logró darle un giro a toda esa situación, que dicho sea de paso, era más fácil realizar una autopsia :D

    Besos!!!

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  3. Un magnífico y bien construido remate.
    No me puedo quitar la sonrisa sardónica de encima...
    Bueno de verdad.

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