170 Ayer me encontré a D. José por la calle ¿y a que no sabes de qué me estuvo hablando?, me lo imagino Alba, pues eso, se llevó todo el día con Nerea, que si está de aquella manera, que si dice “pa” o “ta” y que se mueve más que un saco de pulgas, ¿y no te preguntó por el trabajo?, no, menos mal que tiene con qué entretenerse, porque sólo haría falta que cuando esté oliendo a incienso me vaya a tropezar con él y me pregunte como llevo “El nombre de la rosa”, por cierto Gon ¿cómo lo llevas?, ¡tú también!, déjate de zarandajas que estamos en Semana Santa, a mí háblame de pasos, nazarenos, de la paz, del sol primaveral, de la borriquita, bien sabes Gon que no soy capillita, no hace falta, tú sal a la calle y ya verás como te contagias, ¿de qué? de la bulla, de los apretones, de la multitud, eso es lo que tú ves, pero la Semana Santa es otra cosa, hay que ir a los sitios claves para disfrutar con los silencios, con el roce de las zapatillas de los costaleros, con la voz del capataz…¡a esta es!, la verdad es que no consigues emocionarme Gon, desde luego que forma de echarme por tierra, no es por ti Gon, no te enfades, tú disfrútala como acostumbras, que en eso eres único, pero déjame a mí, con mis tranquilidades y mis horas de sosiego, ¿te vas a la playa?, así es, está bien pues ya te contaré como ha sido la madrugá, no te preocupes que aunque no quiera, me enteraré, siempre hay quien te ponga el día: la prensa, la radio, la tele o si no el vecino de al lado que no tiene otra cosa mejor que hacer, muy bien pues yo a disfrutar con mis pasos, y que no te falte Gon, vámonos al curro, que ya va siendo hora.
