viernes, 6 de febrero de 2009

El poemario

20 Mientras Gon sigue adelante con sus carnavales, yo continuo peleándome con todo bicho viviente para tratar de sacar adelante el trabajo; el equipo informático de la oficina sigue en su línea y si hace dos días estuvo por aquí el técnico por un motivo, ahora me deja sin música –con la falta que me hace- y por supuesto con los mismos síntomas que tenía antes de la última puesta a punto, así que tengo que recurrir al segundo equipo para completar la tarea. El jefe vino a decirnos que había recibido algunas críticas por el último poemario “La Vall de Boí” y no eran nada favorables, así que me temo lo peor: conociéndolo como lo conozco, no lo romperá ni lo arrojará a las brasas de la chimenea, ese poemario volverá a mi mesa de trabajo y será de nuevo pulido y vuelto a pulir hasta dejarlo reluciente, yo le diré: D. José, ya no puedo hacer nada más por el poemario ¿por qué no se lo pasa usted a otro compañero a ver si es capaz de mejorarlo? Y él me dirá: ¡Ni hablar Alba! Tú eres el especialista y me lo tienes que dejar listo para presentarlo al Concurso, ¿pero qué concurso?-esto ya no se lo digo-, si al final se queda en el cajón porque usted está más que desengañado de los dichosos concursos. Y ahí quedará todo porque es inútil luchar contra los elementos.

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