27 Hoy apenas vamos a poder decir poco más que, darle las gracias a Lilia por su visita, porque corresponde subir la segunda parte de “La rebelión” y eso no puede esperar.
.../...Viene de La rebelión(1)
A la señora abubilla se le puso la cresta rígida como una peineta. Se acercó hasta una ristra de anillas, las ensartó con su largo pico y voló hasta la chimenea donde la esperaba el señor cárabo, para guiarla por el bosque, en medio de un manto de estrellas, que brillaban de manera especial en esta noche tan señalada para la especie aviar. A la señora abubilla, siguió el señor mirlo y el señor mosquitero y el señor martín y... así se formó un trasiego de pájaros entrando y saliendo por la chimenea, realizando funciones de guardia de tráfico el señor mochuelo, que para eso tenía una vista envidiable a estas horas de la noche. En el cuarto-taller quedaron unas cuantas láminas de protección de aves insectívoras, pegadas en la pared y poco más. Todo el arsenal de instrumentos y material preparado para anillar pasó a formar parte de la historia, y colocados en los lugares más insospechados y alejados, como para que nadie pudiera volver a usarlos nunca más.
Y en un rincón como si de la cosa más inocente del mundo se tratase, descubrió el señor mirlo la joya de la corona de la operación anillamiento: negra y lacia se derramaba hasta el suelo, descolgándose por la espalda de las cuatro picas, la maldita red invisible, eficacísima en plena Naturaleza cuando se extiende, y donde habían pasado tan malos ratos, encontrando alguno de ellos incluso la muerte, todos los pájaros que chocaban contra ella. Vista así, en esa actitud, parece un inofensivo corderito, pero aquel que tiene la desgracia de quedar enganchado le espera horas de suplicio, de intentos de zafarse hasta agotar sus energías. Aletazos inútiles, porque cada escorzo lo que hace es enredar más y más la posibilidad de salir de allí; las plumas se enganchan, las uñas de las patas se enredan con sus hilos de nylon, y el cuello puede quedar atrapado con el consiguiente peligro de estrangulamiento. Pero todo esto no sirve de nada, puesto que el recién llegado se encuentra con la sorpresa de ver interrumpido su vuelo de forma brusca y sin saber que ha ocurrido, y lo que intenta por todos los medios, es salir cuanto antes del enredo. La presencia de otros congéneres de poco sirve porque o bien están agotados, sin fuerzas para emitir ningún sonido, o bien estos no llegan al cerebro de la víctima, que con el trasiego no se entera de nada. Hasta que no aparecen las manazas del homínido no termina el suplicio en su primera fase.
Hicieron falta refuerzos, pero para ello estaba preparado todo un batallón de gorriones, que con sus fuertes picos y vigorosas alas transportaron la red al exterior de la casa, donde les esperaban una cuadrilla de buenos tejedores, que no tardaron ni un segundo en ponerse a la labor, y así mientras unos extendían la red desde el tejado, los otros iban hilando y entrecruzando para que quedase bien sujeta, y ni por las puertas ni por las ventanas pudiese nadie salir de la casa sin encontrarse de frente con la tupida red. La única posibilidad de salir era rompiéndola, con el consiguiente deterioro final del artilugio. Esto les llevó bastante tiempo a los pájaros, pero en el interior de la casa el personal dormía a pierna suelta entre ronquidos esporádicos de unos y de otros; la actividad de los emplumados en nada interfería los dulces sueños humanos.
.../...Continuará
.../...Viene de La rebelión(1)
A la señora abubilla se le puso la cresta rígida como una peineta. Se acercó hasta una ristra de anillas, las ensartó con su largo pico y voló hasta la chimenea donde la esperaba el señor cárabo, para guiarla por el bosque, en medio de un manto de estrellas, que brillaban de manera especial en esta noche tan señalada para la especie aviar. A la señora abubilla, siguió el señor mirlo y el señor mosquitero y el señor martín y... así se formó un trasiego de pájaros entrando y saliendo por la chimenea, realizando funciones de guardia de tráfico el señor mochuelo, que para eso tenía una vista envidiable a estas horas de la noche. En el cuarto-taller quedaron unas cuantas láminas de protección de aves insectívoras, pegadas en la pared y poco más. Todo el arsenal de instrumentos y material preparado para anillar pasó a formar parte de la historia, y colocados en los lugares más insospechados y alejados, como para que nadie pudiera volver a usarlos nunca más.
Y en un rincón como si de la cosa más inocente del mundo se tratase, descubrió el señor mirlo la joya de la corona de la operación anillamiento: negra y lacia se derramaba hasta el suelo, descolgándose por la espalda de las cuatro picas, la maldita red invisible, eficacísima en plena Naturaleza cuando se extiende, y donde habían pasado tan malos ratos, encontrando alguno de ellos incluso la muerte, todos los pájaros que chocaban contra ella. Vista así, en esa actitud, parece un inofensivo corderito, pero aquel que tiene la desgracia de quedar enganchado le espera horas de suplicio, de intentos de zafarse hasta agotar sus energías. Aletazos inútiles, porque cada escorzo lo que hace es enredar más y más la posibilidad de salir de allí; las plumas se enganchan, las uñas de las patas se enredan con sus hilos de nylon, y el cuello puede quedar atrapado con el consiguiente peligro de estrangulamiento. Pero todo esto no sirve de nada, puesto que el recién llegado se encuentra con la sorpresa de ver interrumpido su vuelo de forma brusca y sin saber que ha ocurrido, y lo que intenta por todos los medios, es salir cuanto antes del enredo. La presencia de otros congéneres de poco sirve porque o bien están agotados, sin fuerzas para emitir ningún sonido, o bien estos no llegan al cerebro de la víctima, que con el trasiego no se entera de nada. Hasta que no aparecen las manazas del homínido no termina el suplicio en su primera fase.
Hicieron falta refuerzos, pero para ello estaba preparado todo un batallón de gorriones, que con sus fuertes picos y vigorosas alas transportaron la red al exterior de la casa, donde les esperaban una cuadrilla de buenos tejedores, que no tardaron ni un segundo en ponerse a la labor, y así mientras unos extendían la red desde el tejado, los otros iban hilando y entrecruzando para que quedase bien sujeta, y ni por las puertas ni por las ventanas pudiese nadie salir de la casa sin encontrarse de frente con la tupida red. La única posibilidad de salir era rompiéndola, con el consiguiente deterioro final del artilugio. Esto les llevó bastante tiempo a los pájaros, pero en el interior de la casa el personal dormía a pierna suelta entre ronquidos esporádicos de unos y de otros; la actividad de los emplumados en nada interfería los dulces sueños humanos.
.../...Continuará
¿Quién es Gon? He estado ojeando y lo nombras en numerosas ocasiones.
ResponderEliminarRespecto a tu comentario, te contesto por aquí que lo leerás antes.
Gané el primero al que me presenté. Me dieron el trofeo con una placa donde pone mi nombre. Fue una sensación maravillosa.
Luego se fallaron dos más, en los que sabía que no tendría muchas oportunidades, después de descubrir que en años anteriores el galardón lo habían recibido reconocidos escritores.
El resto empiezan a fallarse a partir de marzo.
Me siento orgullosa de unos cuantos textos. No creo que me conformara con que éstos quedaran únicamente como finalistas para engrosar una publicación. Casi todos son relatos, cuentos y narrativa corta. Soy demasiado inconstante para pasar de 120 páginas o quizás es que no lo he intentado.
Lo cierto es que como me meta en una historia no hay nada más alrededor, escribo sin parar y sin reparar en el tiempo y una extraña energía fluye por mis manos como un río de ideas. Lo que más me cuesta es pulirlo después, depurarlo, corregirlo, volver a leerlo, etc.
Lo mejor es sentir que estás haciendo lo que te gusta. Si tuviera más tiempo...
Tampoco tengo mucha experiencia en los certámenes. Lo que es cierto es que no presento nada a un concurso sin haber pasado antes por el Registro (por si acaso). La primera vez que me presenté a uno fue 2008, como quien dice... ayer mismo.
Por cierto, nunca dejes de intentarlo... Nunca se sabe. Y lo que he leído no está mal ;)
ResponderEliminarSaludos.
Se las trae esta especie! veremos cómo sigue la historia,
ResponderEliminarun saludo, liliah