lunes, 7 de septiembre de 2009

La Virgen de las Nieves (3)

99 Agradezco, en nombre de todos, a Marcela, Marisa y Guerrera la visita realizada a esta casa y prometemos atenderlas como es debido en su momento, pero ahora debemos irnos a los dominios de Gon, que está ultimando la tercera entrega de la Virgen de las Nieves, así que Gon....tu turno.



LA VIRGEN DE LAS NIEVES (3)
,,,/...Viene de La Virgen de las Nieves (2)

— ¡Perdona que te corte Joaquín! Puedes tutearme ¿eh?
—¡Vale, vale!... has dicho que te depositaron aquí en el monte, pero ¿quién te depositó?
— ¡Ya me gustaría a mi saberlo! Cuando estoy sola no veas tú la de vueltas que le doy yo al asunto, pero con el pastor no las tenía todas conmigo porque cada vez que intentaba sonsacarle algo – el pobre mío, murió ya -, le entraba una llantera que no había forma y aquí la gente no te informa de nada. Todo el que viene, no llega más que a pedir y a dejar desperdicios por aquí, así que con el paso del tiempo me acostumbré y me centré en lo mío: a rescatar senderistas. Bueno, y ahora dejad que pregunte yo, que para una vez que tengo la oportunidad de tener la cueva llena...
— ¡Pregunta, pregunta!..Exclamó gozoso El Jefe.
—A ver, Angustias ¿Tú porqué tienes nombre de virgen? ¡No serás...!
— ¡Que va, que va! Una tiene ya tiros daos por todas partes. Como te decía antes, es cosa de familia.
—Menos mal, eso ya me tranquiliza porque por aquí no quiero competencia, sabes, con la escasez que hay de clientes que encima te vengan a disputar el sitio.
—Pues yo si soy virgen, y a mucha honra, ahora bien no quiero disputar nada, con salvar el pellejo esta noche ya me conformo...-dijo Mercedes.
—Eso dalo por hecho que para eso estoy yo aquí.
—A ver si yo me aclaro: me estáis formando un lío entre las tres con eso de las vírgenes que ya no sé si este asunto va de milagros o estamos ante una noche de orgía...-intervino Justo.
— ¡Eeeeh! No te pases, ni metas más gente en la cueva que ya tengo hecho el cupo. Aquí la única virgen en el sentido estricto de la palabra soy yo, que no soy ni de carne ni de hueso, tus dos amigas estaban hablando en otros términos, pero vamos a dejar el tema que me voy a llevar alguna reprimenda y me van a rebajar el cupo de senderistas extraviados y la vamos a liar.
— ¡Ea! Pues cambiemos de conversación. Nieves ¿de verdad que haces milagros?...-cortó Joaquín.
—No lo tengo muy claro, porque a veces me dan ganas de empujar al precipicio a más de uno, después de haberlo tenido aquí toda una santa noche, pero vosotros tranquilos que me habéis caído bien y haré mi trabajo como el jefe manda.
— ¿Quién yo?
—Tu no, espabilado. El que está ahí arriba ¿o es que os creéis que aquí no hay control? Poco vigiladas que estamos, no puede una moverse de su puesto ni para ir al servicio, menos mal que de vez en cuando aparecen por aquí las marujas de turno y me dan un cambio de ropaje, que si no. ¿Por cierto he oído decir que ha habido cambios en Roma? ¿Son ciertos los rumores?
—Pues si que andas atrasada, pues claro, murió el Papa polaco y eligieron a un alemán...le contestó Justo.
— ¡Ratzinger!
—Si
—Lo suponía. A ver como nos va porque con Juan Pablo lo hemos tenido fácil y por lo menos no se ha metido en nuestro trabajo. Ha viajado mucho y ha estado en muchas partes, pero afortunadamente no se ha pronunciado sobre nuestro papel y eso siempre es bueno para la clase trabajadora. Las vírgenes como yo, lo que queremos es tranquilidad, aire puro, visitas de cortesía y que no falten los senderistas como vosotros para seguir año tras año aquí en lo alto de la sierra. La parafernalia de la ciudad o de los pueblos con esas multitudes y ese desfile interminable de besos y abrazos, no está echa para mi. Yo aquí en la sierra, dominando la situación y consintiendo que tan sólo de vez en cuando me acicalen un poco.
—Ya me gustaría a mi una jubilación así...-soltó Joaquín.
—Pues hijo, haz méritos ¿quién sabe?
—En todo caso, eso me tocaría a mi que para eso soy mujer y...-cortó Mercedes.
—No volvamos otra vez a las andadas. Cambiemos de tercio. Se me ocurre preguntar si alguno de los presentes es creyente...-medió El Jefe.
— ¡Yo si!..-respondió exaltada Angustias.
— ¡Yo también!..-le siguió Joaquín.
— ¡Y yo!..-también Justo.
—Yo a misa no voy, pero creo en Dios...-comentó más sincera Mercedes.
— ¿Y tú Jefe?..-pregunto La Virgen.
—Hombre, yo sé que algo debe haber porque a veces ocurren cosas que no se pueden explicar como no sea por la intervención de un Ser Supremo.
— ¡Ya! Que bien habéis quedado todos. A mí que me vais a contar, con la de años que tengo yo y la de cosas que he visto.
—Nieves, yo te juro...-se puso temeroso Justo.
—Tú más vale que te calles, que te estás jugando el pellejo.
—Es que una cosa es creer en Dios y otra seguir sus mandamientos...-dijo sensatamente Joaquín.
—Y otra creer en los curas...-añadió El Jefe.
—Esto ya va tomando otro cariz. Ahora si me vais pareciendo más leales con vosotros mismos. De verdad que me gustaría profundizar, pero estoy sintiendo una indisposición y me voy a tener que ausentar.
— ¡Nos vas a dejas solos!...-exclamó sobresaltada Angustias


2 comentarios:

  1. Sencillamente genial (como siempre). Me he leído los tres (ayyy siempre llevo retraso) y no sólo me sale la sonrisa, sino tb risas con nuestro amigo Justo y esa virgen tan ufana y apañá.Sigue...sigue....Un beso para todos: el Jefe, Alba y estos excursionistas tan majos.

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  2. Lo leo, lo releo y no dejo de procurar imaginar la cara de la virgen cuando pregunta, y la de Mercedes cuando afirma.
    Me encanta.
    Besitos a todos. A Nerea más.

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